Un diálogo es válido si conduce a negociar.
Dialogar para ver qué pasa es absurdo. Para que un diálogo conduzca a una negociación, es necesario que ambas partes tengan el poder de ofrecer algo o de infringirse costos. De lo contrario, el poderoso no tiene nada que negociar porque la otra parte no tiene nada que ofrecer ni quitar.
Mientras la oposición no salió a la calle con un millón de personas, el gobierno no accedió a activar el revocatorio. Esa acción de calle le dio a la oposición el poder para castigar al gobierno alterando la normalidad, que es la clave de la resistencia pacífica pero activa. Cuando la oposición bajó la presión de calle, el gobierno volvió a cancelar el revocatorio. Entonces, es obvio que el único lenguaje que entiende el gobierno es la alteración de la normalidad y que, si la oposición quiere el revocatorio en 2016, tiene que mantener la presión de calle y de otros mecanismos, como las gestiones internacionales y ante la Corte de La Haya; condenar al Presidente mediante un juicio político en la Asamblea; nombrar a los nuevos rectores del CNE, sustituir a los 13 magistrados express del TSJ por inconstitucionales, etc. Pero sin perder el foco del revocatorio, que es lo único expedito, sencillo, contundente e incuestionable que tiene la oposición.
El juicio sólo tiene consecuencias simbólicas. Una Constituyente y la sustitución de magistrados son procesos largos. El nombramiento de los rectores será vetado por el TSJ y el CNE actual hará lo posible por retardar el revocatorio. Luego aquí todavía falta algo; a la oposición le falta un aliado que ponga orden: la FANB. Y lo único que va a hacer que esta fuerza ponga orden es la amenaza del desorden. Luego volvemos a la conclusión de que sin calle no pasa nada.
¿Le conviene a la oposición dialogar en estas circunstancias? Sí, con condiciones: dialogar con el enviado papal, que ella misma invitó, pero no sentarse con el gobierno hasta que éste no vuelva a encarrilar el revocatorio y bajo mejores condiciones. Las negociaciones se ganan en el proceso de preparación y no sentados frente al otro a ver qué pasa.